Muy buen día para todos, es para mi un placer retomar la escritura algo que me gusta hacer pero en ocasiones abandono completamente por otras actividades, en realidad durante este año había tenido abandonado mi blog, pero espero de ahora en adelante tratar de escribir por lo menos un artículo al mes. Hay mucha información que quisiera compartir por este medio y agradezco a las pocas personas que tienen a bien leer este blog, espero poder bendecirlos y enriquecerlos, añadir valor a sus vidas a través de estas línea.
En esta ocasión quiero compartir un pasaje bíblico bastante interesante y hacer una breve reflexión sobre el mismo, está ubicado en el libro de Romanos capítulo 8 versos 28 al 34, cito textualmente:
"Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó. ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros".
El primer aspecto que quiero resaltar, es el hecho de que todas las cosas nos ayudan a bien, pero para que esto se cumpla debe existir un vínculo o una relación directa con Dios entre la persona y el acontecimiento. El verso 28 dice que Dios es quien dispone todas las cosas, eso habla del accionar y/o actuar de Dios en medio de las circunstancias, ahora bien ¿cómo pueden todas las cosas ayudarnos a bien?, en ese sentido, considero que este verso nos da una luz que apunta hacia dos aspectos fundamentales de la vida del creyente; el primero tiene que ver con el llamado de Dios, el descubrir a qué nos ha llamado Dios le da sentido a nuestra vida, le da dirección y permite ver hasta que punto lo que nos ha sucedido concuerda o no con el llamado de Dios, y si no concuerda que cosas hemos hecho que nos han alejado del llamado de Dios; y el segundo tiene que ver con el propósito más grande que se ha trazado Dios con nosotros, como Él mismo lo explica en su palabra nos "predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo" (v.29) , en todas las cosas que Dios dispone para nuestras vidas siempre debemos tener presente que Él persigue la formación de nuestro carácter, esto me hace recordar una experiencia personal con Dios, en una ocasión me invitaron a almorzar y después de llegar a la casa de la persona que me invito, ella no estaba, además al llamarla por teléfono no me ofrecio disculpa alguna por haber faltado a la cita, esto me lleno de ira y me pregunte a mismo ¿hasta cuándo me sucederian cosas como estas?, no habia formulado bien la pregunta, cuando esa voz interior del Espíritu de Dios me estaba hablando diciendo: "hasta que el carácter de Cristo sea formado en ti", de tal manera, querido lector(a), Dios dispone todas las cosas para el bien nuestro conforme a su llamado y para la formación de nuestro carácter.
Así pues, podemos decir, que vamos a enfrentar situaciones adversas, muchas de ellas van a ser provocadas por nosotros mismos, productos de nuestros errores y/o pecados, de desviarnos del llamado de Dios, de dejar a un lado el entrenamiento de la formación de nuestro carácter y en consecuencia, sufriremos, en ocasiones, simplemente por hacer o decir lo correcto vamos a enfrentar pruebas y aflicciones, seremos acusados y juzgados, y en medio de todas estas situaciones lo que va a resaltar es nuestro carácter, Dios va a poner a prueba de que estamos hecho, en este sentido, lo que debemos hacer es confiar en que Dios nos ha LLAMADO, JUSTIFICADO y GLORIFICADO (v. 30).
Ya para concluir, debo expresar que en medio de estas situaciones adversas tenemos la tendencia a querer hacer ver la justicia con la que hemos actuado, nos encanta mantener nuestra imagen y nuestro ego en su justo lugar, no nos gusta parecer débiles o que se evidencie que hemos errado, que nuestro carácter todavia no está listo conforme a la imagen del Hijo de Dios, pero la verdad es que nos falta madurar y crecer; debemos reconocer que muchas veces hemos estado defendiendo a capa y espada un punto de vista, para luego, con el paso del tiempo darnos cuenta que lo verdaderamente importante en nuestras vidas es el llamado, su propósito y la formación de nuestro carácter, si por un momento entendieramos que hay ocasiones para hablar y otras para callar, evitariamos añadir a nuestros errores nuestra propia justicia, y entonces, resaltaria en nuestras vidas la justicia de Dios, como está escrito: "Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros" (v. 33-34), en esto debemos ampararnos, no en nuestra propia justicia sino en la justicia de Dios, porque Él es quien nos llamó y justificó para siempre, su justicia es la que debe manifestarse en nuestra vida, así mismo Él es nuestro abogado, quien nos defiende incluso cuando hacemos cosas que están fuera de nuestro llamado y del propósito divino, por que Jesús resucitó e intercede por nosotros siempre.
Esperando que esta breve reflexión sea de bendición para su vida, hasta otra oportunidad.