
Continuando con el estudio del amor, transcribo textualmente la información referida al amor que aparece en Barclay.
"No sería cierto si dijéramos que en el NT se usan nada más que agape y agapan para expresar el amor cristiano. Algunas veces se utiliza también philein, como en los casos siguientes: para indicar la clase de amor que el Padre tiene al Hijo (Jn. 5:20); para denotar el amor de Dios a los hombres (Jn. 16:27) y para expresar la devoción que los hombres deben tener a Jesús (1 Cor. 16:22). Pero philein se encuentra en el NT relativamente poco en comparación con agape, que aparece casi ciento veinte veces, y con agapan, que se emplea más de ciento treinta. Antes de estudiar detenidamente el uso que se hace de estas palabras, hay algo en torno a ellas y a su significado que hemos de tener en cuenta. ¿Por qué la forma cristiana de expresión se desentendió de las otras palabras griegas que significan amor y se centró en éstas?
Evidentemente, las otras palabras habían adquirido ciertos matices que las hacían inadecuadas. Eros se asociaba definitivamente con el lado más vulgar del amor; tenía que ver mucho más con la pasión que con el amor. Storge estaba muy vinculada al afecto familiar, pero nunca tuvo en sí la amplitud que la concepción del amor cristiano exige.
Philia era una palabra agradable, pero fundamentalmente denotaba calidez, intimidad y afecto. Podía usarse adecuadamente tan sólo respecto de nuestros allegados más amados, y el cristianismo necesitaba una palabra que incluyera mucho más. El pensamiento cristiano se fijó en agape porque era la única palabra capaz de abarcar el contenido necesario; porque agape demanda el concurso del hombre como un todo.
El amor cristiano no alcanza únicamente a nuestros parientes, a nuestros amigos más íntimos y, en general, a todos los que nos aman; el amor cristiano se extiende hasta el prójimo, sea amigo o enemigo, y hasta el mundo entero.
Por otra parte, todas las palabras ordinarias que significan amor expresan una emoción. Son palabras que se refieren al corazón y que ponen de manifiesto una experiencia que nos coge de improviso, sin buscarla, casi inevitablemente. No podemos impedir amar a nuestros parientes (la sangre tira) y a nuestros amigos. El enamorarse no es ninguna proeza; es algo que nos sucede y que no podemos evitar. No hay ninguna virtud particular en el hecho de enamorarse, pues, para ello, poco o nada consciente tenemos que hacer. Simplemente, sucede. Pero agape implica mucho más. Agape tiene que ver con la mente. No es una mera emoción que se desata espontáneamente en nuestros corazones, sino un principio por el cual vivimos deliberadamente. Agape se relaciona íntimamente con la voluntad. Es una conquista, una victoria, una proeza. Nadie amó jamás a sus enemigos; pero al llegar a hacerlo es una auténtica conquista de todas nuestras inclinaciones naturales y emocionales.
Este agape, este amor cristiano, no es una simple experiencia emocional que nos venga espontáneamente; es un principio deliberado de la mente, una conquista deliberada, una proeza de la voluntad. Es la facultad de amar lo que no es amable, de amar a la gente que no nos gusta. El cristianismo no nos pide que amemos a nuestros enemigos, y a los hombres en general, de la misma forma que amamos a nuestros familiares y amigos íntimos porque eso seria a la vez imposible y erróneo. Pero sí demanda que tengamos en todo tiempo una cierta actitud mental y una cierta inclinación benevolente hacia los demás sin importarnos su condición.
¿Cuál es, pues, el significado de agape? El supremo pasaje para interpretarlo es Mateo 5:43-48. Ahí se nos manda amar a nuestros enemigos. ¿Para qué? Para que seamos como Dios, que hace caer su lluvia sobre justos e injustos, sobre buenos y malos. Es decir, al margen de cómo un hombre sea, Dios no procura para él sino su mayor bien. Eso es agape, el espíritu que dice: "Sin importarme lo que un hombre, santo o pecador, me haga, nunca procuraré perjudicarlo ni vengarme. Jamás buscaré para él otra cosa que no sea lo mejor." Es decir, amor cristiano, agape, es benevolencia insuperable, bondad invencible. Como ya hemos dicho, agape no es meramente una ola de emoción; es una deliberada convicción que resulta en una deliberada norma de vida. Es una proeza, una victoria, una conquista de la voluntad. Agape apela a todo el hombre para realizarse; no sólo toma su corazón, sino también su mente y su voluntad".
Como lo explica el autor, da un entendimiento mayor al mandamiento de Dios, es decir, Dios nos da la orden de amarlo, amar a nuestro prójimo, amar a nuestros enemigos y la única forma de hacerlo es basarnos en una decisión de la voluntad, porque amar a Dios involucra obedecer sus mandamientos y hay ocasiones cuando esto se hace muy difícil, sólo con la determinación de la voluntad rendida a Él puedes seguirlo en todo tiempo, en todo lugar, en toda circunstancia. Dios te bendiga.
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